miércoles, 16 de julio de 2008

Falta poco para el verano…

Resulta curioso que todas las personas estén tan obsesionadas porque ya llegue el verano. Prácticamente recién acaba de llegar el invierno y todos están realizando planes para cuando haga calor. Las mujeres por ejemplo, que ya están empezando a ir a los gimnasios para que cuando la temperatura suba puedan utilizar esos bikinis que no tapan nada y que muestran demasiado. Los hombres, por otro lado, que se levantan temprano para ejercitar su abdomen para poder mostrarlo en el verano. Pues si, tampoco hay que negarlo… es buenazo cuando hace calor ¿se imaginan estar echados en la arena, sentir cómo el sol les quema el cuerpo y sentir cómo la brisa del mar les refresca el rostro? Sí, lo sé y sé lo rico que se siente imaginarlo. Cada vez que leo comentarios sobre el verano me hace sentir más alegre y me hace sentir afortunada por estar viva. Es por esto que para muchos el invierno es la peor época del año. Pues, el cielo siempre está gris y más en Lima, que abunda la contaminación. Siempre oigo las quejas de mis amigos cuando ven el cielo y empiezan a decir que la situación les deprime mucho. Pues les digo, aunque no lo crea, que para muchos deportistas, el invierno es la mejor época del año. Es perfecto que haga frío, que el cielo este nublado y que no haya ni un rayo de sol, que las personas estén entrando y saliendo de Starbucks para comprarse un café y calentarse las manos con él. ¡Sí! Como lo oyen, es perfecto, porque eso es sinónimo de viento, es sinónimo de aventura, es sinónimo de Parapente. La otra vez, cuando me reuní con Tanús, con Alejandra y con Joan, estaba media deprimida por ver lo gris que se veía el paisaje, daban ganas de regresar a casa, tirarme al sillón y ver televisión, no entendía cómo otras personas estaban horas en el malecón viendo el cielo y esperando a que se ponga más gris. Para mí, esta situación era absurda. Hasta que un tipo alto y moreno se me acercó y me dijo que en pocos minutos se iba a poner más violento. En ese momento dije que ni loca me quedaba para sentir más frió, en ese instante, prácticamente, estaba a punto de sufrir una hipotermia. Las temperaturas eran bajísimas y mi cuerpo no iba a resistir más. Sin embargo, hubo algo que me detuvo. Me pareció curioso que más personas se acercaban con unas mochilas enormes. Todos con una mirada intensa, una mirada que si tu lo veías te llegaba a flechar el alma. De pronto, de lejos, veía que una bolsa que ellos llamaban manga empezaba a ponerse más uniforme, empezaba a ponerse más recta, ya no se caía como pasó en unos minutos atrás. Con este acontecimiento, todos empezaban a desempacar, empezaron a abrir sus parapentes. Todos muy emocionados y felices. Ahora entiendo por qué les resulta tan conmovedor el invierno. Después de ver cómo esas personas se tiraban del malecón y volaban por los cielos. Ahora sí puedo decir lo excitante que puede llegar a ser un día gris en miraflores. Aunque nunca llegué a subirme, sé que debe ser sorprendente. Veía como uno detrás del otro saltaba, veía como se elevaban con furia y volaban de una forma mágica. Eran los dioses del cielo, eran los dueños del lugar. Por esto, si alguien me dijo que el invierno es aburrido y deprimido, lo llevaré a ese universo donde las personas esperan meses para ver el cielo gris.

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