martes, 15 de julio de 2008

MAS QUE UNA TARDE GRIS MIRAFLORINA


El último sábado fui a la costa verde, siendo más preciso al costado del parque del amor. Me había puesto de acuerdo con mis compañeras Alejandra y Margarita para encontrarnos a las 11 en punto ahí, el propósito de la reunión era uno: observar volar los parapentes. Al mismo tiempo también un sueño rondaba en nuestras mentes: Volar.

Como de costumbre llegué puntual al lugar de encuentro, el cielo estaba muy gris (típico de una tarde de invierno miraflorina) pero el fuerte viento me permitía presagiar que habrían bastantes vuelos. Mientras esperaba algunos pilotos iban desempacando sus parapentes, al mismo tiempo llegaban más, tal vez por el llamado del fuerte viento. No era el único que estaba observándolos, pues bastantes personas ya se encontraban ahí esperando su turno para pagar los 50 dólares que les permita volar junto a alguno de los más de 10 pilotos que se encontraban presentes.
Tras más de treinta minutos de espera llegó Margarita y justo en ese momento empezaron a despegar los parapentes, uno por uno iban saliendo adornando el gris paisaje de Miraflores. Luego llegó Alejandra con cámara fotográfica en mano. Nos acercamos a los pilotos para tomarles fotos y nos preguntaron si queríamos volar, nuestro bajo presupuesto nos anuló esa oportunidad. De pronto nos encontramos con Rainer, el carismático piloto, quien no preguntó también si queríamos dar un paseo en el parapente, una vez más respondimos que no teníamos dinero; fue así cuando repentinamente nos dijo que uno de nosotros se acercara para volar gratis, los tres nos sorprendimos y fue finalmente Alejandra la que se subió al parapente ( ya que Margarita tuvo miedo).
Luego de volar, Alejandra aterrizó sana y salva, le formulamos la típica pregunta: ¿Qué sentiste allá arriba?, ella respondió lo que tantos pilotos nos habían dicho antes: “ Wauw no se cómo explicarlo”.

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